Como ocurre con otras frutas, de la cáscara de mandarina se puede obtener un aceite esencial, cuyas propiedades son muy útiles en la medicina. Las más importantes son: antisépticas, antiespasmódicas, depurativas, sedantes, estomacales y tónicas. Hoy en OtraMedicina te explicaremos en qué consiste cada una de ellas.
Propiedades antisépticas
El aceite de mandarina tiene ciertos componentes que eliminan las bacterias que pueden atacar el cuerpo humano y evita la propagación de infecciones. Se puede aplicar externamente en heridas abiertas o por vía oral para que tenga un efecto uniforme en todo el cuerpo.
Propiedades antiespasmódicas
Cuando hablamos de espasmos no nos referimos solamente a los musculares, estos pueden producirse en el sistema digestivo, respiratorio y nervioso; también pueden causar problemas respiratorios, tos, asma, congestión, convulsiones, diarreas, afecciones nerviosas, entre otros. El aceite de mandarina relaja la tensión de los sistemas orgánicos mencionados y alivia los espasmos.
Propiedades depurativas
Esta sustancia es purificadora de la sangre. Ayuda a eliminar las sustancias tóxicas, como el ácido úrico, contaminantes, sales y agua del cuerpo, a través del sudor, la orina y los excrementos. Además, aumenta la capacidad de los glóbulos rojos para retener oxígeno, por lo que refresca y depura la sangre.
Propiedades sedantes
El aceite esencial de mandarina es un excelente calmante. Alivia las inflamaciones y la hiperactividad en el funcionamiento de los distintos sistemas. Reduce la ansiedad, el estrés, las alergias, la hipersensibilidad, las convulsiones, la depresión, la ira y la impulsividad, entre otros.
Propiedades estomacales
Una de las propiedades de este aceite es que, al favorecer el flujo de los jugos gástricos, mantiene el estómago en buenas condiciones y cura las úlceras. Un estómago que funcione bien es vital para la salud integral del cuerpo, y esto es algo que el aceite esencial de mandarina promueve.
Propiedades tónicas
Este aceite tonifica todas las funciones del organismo y lo fortalece. Favorece el buen metabolismo, la descomposición de alimentos y la absorción de nutrientes; tonifica el hígado, el estómago y los intestinos; asegura una excreción adecuada; promueve la secreción de enzimas y hormonas; tonifica el sistema nervioso y mantiene a la persona más activa y alerta. También fortalece el sistema inmunológico y previene las infecciones externas.
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