miércoles, 6 de marzo de 2013

Dieta macrobiótica básica

En el inicio del tratamiento macrobiótico es necesario poner al organismo en condiciones de recuperar la sensibilidad selectiva por medio de la restricción y el control de la dieta.

En el desayuno pueden consumir croquetas de arroz (ajonjolí y sal), o croquetas de arroz integral hervido, molido y hecho al horno, o pan de sartén de harina de trigo integral. Lo ideal es permanecer en ayunas hasta la hora del almuerzo.

En las comidas principales (almuerzo y cena): de 60% a 80% de arroz integral hervido con agua y sal y de 40% a 20% de platos secundarios. Las hortalizas más recomendadas son: lampazo mayor, raíz de loto, nabo blanco y largo, calabaza positiva, cebolla, ñame blanco, ñame de china, acelga, achicoria, ajipuerro, trifolio.
Como aderezos se pueden utilizar aceite de ajonjolí (de vez en cuando); shoyu (salsa de soja auténtica, sin azúcar y sin colorantes); misó (pasta de soja fermentada), iriko (pescaditos secos); sal marina molida.

Se debe masticar un mínimo de 80 veces cada ración de comida, sin mezclar los platos. Como bebida se recomienda tomar lo mínimo posible y siempre sin agregado de azúcar los tés de consuelda, llantén, banchá de tres años. Las bebidas alcohólicas, gaseosas, jugos, dulces, productos refinados y quimificados se deben evitar.

Al incluir un alimento en la dieta, se deben observar las estaciones del año. En el invierno, dependiendo de la condición del enfermo, las proteínas animales (pescado de carne blanca o pollo joven y frituras) se podrán consumir de manera moderada. En el verano se puede añadir ensalada de verduras permitidas y eventualmente frutas más positivas (manzanas, sandía, fresas cultivadas) según la condición del enfermo.

La dieta rigurosa puede provocar reacciones peligrosas y hacer que se concentren en la sangre los elementos tóxicos depositados en las células o aun provocar posteriormente un desequilibrio alimentario incontrolable.



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